Ventajas de ser Licenciatario

El uso de una licencia aplicado a un producto suele resultar beneficioso para todas las partes implicadas (propietarios de la marca, licenciatarios, distribuidores y consumidores), ya que suponen un valor añadido para cada uno de estos grupos de interés. Sin embargo en este artículo nos centraremos en los licenciatarios, que suelen asumir el mayor riesgo al contratar una licencia concreta.

En primer lugar porque una licencia bien elegida crea un vínculo inmediato con el público objetivo, incrementando el valor percibido. Como consumidores relacionamos la posesión de una taza de Piratas del Caribe con el deseo interno de parecernos a Johnny Depp. Incluso una figura de acción licenciada dispara la imaginación y se convierte en mucho más que un simple muñeco.

En segundo lugar, crear una marca de la nada cuesta cantidades ingentes de recursos, mientras que una licencia convierte automáticamente en marca cualquier producto que toca. Esto representa una ventaja clara para el fabricante, ya que a cambio de un royalty los valores de la marca, logo o personaje se traspasan al producto que comercializan. Los alimentos que anuncia nuestro deportista favorito deben ser, por fuerza, saludables.

Muchas marcas ya consolidadas usan licencias auxiliares para incrementar el interés en el producto y reforzar el argumento de compra durante periodos concretos de competencia especialmente fuerte. Es el caso de los snacks o las publicaciones, por ejemplo, que se valen de material promocional, muchas veces con licencia, para dar valor añadido.

De forma directa, la licencia se convierte en un argumento de venta también ante el retailer. Un distribuidor se decantará por adquirir y ofrecer al público aquellos productos que perciba como más conocidos, de forma que si somos portadores de una licencia es más probable que recibamos una buena acogida desde el retail.

Las licencias nos permiten, con un mismo producto, acceder a distintos mercados objetivo e incluso a nuevos canales de distribución. Un ejemplo ilustrativo podría ser Apple, que al presentar un producto nuevo lanza una serie de accesorios que incorporan la marca pero no son producidos por Apple. Para los fabricantes de estos accesorios ser licenciatarios de Apple supone la oportunidad de acceder a su cadena de distribución y su público objetivo, generalmente de un poder adquisitivo mayor al de consumidores de accesorios genéricos.

La conclusión es que comprar una licencia supone, como cualquier acción, un riesgo. Pero al mismo tiempo el licenciatario es el que mayor oportunidad de beneficio genera, lo que ha supuesto un crecimiento del mercado de licencias casi ininterrumpido en los últimos 30 años.

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